El autocontrol es una competencia personal que se va desarrollando desde la infancia. Está relacionado con el ajuste emocional y conductual siendo considerado como un factor preventivo de los problemas psicológicos.
Diferentes estudios apuntan que el desarrollo del autocontrol se va incrementando a lo largo de la infancia pero desciende durante la adolescencia y vuelve a experimentar un aumento gradual en la adultez temprana.
¿Por qué?
El sistema mesolímbico, encargado de poner en marcha los impulsos, está sobreactivado debido a cambios hormonales propios de la pubertad; al mismo tiempo, la corteza prefrontal, encargada de controlar esos impulsos, no ha madurado por completo.
Esto hace que los adolescentes sean más proclives a participar en acciones de riesgo, caer en conductas adictivas o presentar mayores problemas ansioso-depresivos por dificultades en la regulación de sus emociones.
¿Cómo evitarlo?
Aunque su desarrollo evolutivo sea igual, no todos los adolescentes desarrollan conductas impulsivas en la misma medida.
Las diferencias individuales pueden basarse, entre otros factores, en el nivel de autocontrol con el que se llega a la adolescencia.
Fomentar el autocontrol en edades tempranas mediante un estilo educativo caracterizado por el afecto, la supervisión y el fomento de la autonomía puede contribuir a la prevención de estos problemas, ya que los sistemas cerebrales que lo sustentan se desarrollan a lo largo de la infancia y la adolescencia.