Conocer bien a nuestros hijos para poder darles una buena educación
Es absolutamente necesario conocer a cada uno de los hijos para quererles bien, pues lo de quererles mucho se da por sentado. Decía Aristóteles que “nada se quiere si no se conoce”.
Querer bien a un hijo es prestarle las ayudas necesarias en el momento oportuno y por la persona adecuada en función de su realidad. No vale la generalización de ayudas a los hijos: cada uno es diferente al resto y, desde esta diferencia, hay que procurar acertar en las ayudas específicas.
Insistimos: toda ayuda innecesaria limita a quien la recibe. No debemos sustituir a nuestros hijos en aquello que puedan realizar ellos.
Hemos de respetar totalmente sus estilos, tendencias, motivaciones, vocaciones, etc., pues cada hijo es un proyecto singular y original difícil de preveer.