Informarle sobre lo que le está ocurriendo y sobre el sentido que tienen los cambios que está sufriendo. Ayudarle a que se conozca mejor a sí mismo, con sus posibilidades y limitaciones. Esta información debe comenzar antes de la pubertad y requiere sentido positivo y mucho tacto.
Fomentar su experiencia vital aprovechando el deseo natural de adquirirla. Ponerle en contacto con las realidades desconocidas con diferentes puntos de vista sobre una cuestión y con otras personas y ambientes. A esto puede ayudar un plan de lecturas variadas, excursiones, viajes o visitas culturales.
Ayudar a estimular tanto la aceptación del sí mismo como el que pida y acepte ayudas de los demás cuando sea necesario. Es fundamental que confíe en sus posibilidades y afronte las dificultades que se le presenten.
Necesitan adquirir una noción correcta de qué es la libertad y del cómo hacer un uso adecuado de ella. Para lograrlo:
Se deben aprovechar todas las ocasiones para hacerle pensar, que analice objetivamente los hechos y aprenda a descubrir cuál es el problema antes de actuar; que sepa cuales son las alternativas que tiene antes de tomar alguna decisión.
Enseñarle a compatibilizar su autonomía personal (buscar amigos, usar el tiempo libre, elegir su vestimenta, sus lecturas, diversiones…) con la aceptación de la orientación de los padres.
Proporcionarle oportunidades frecuentes para que se ejercite en la toma de decisiones personales, estimulándole para que piense sobre las alternativas entre las que puede elegir y para que asuma las consecuencias de la decisión que adopte aunque le suponga un esfuerzo.
Insistir en la importancia de ser flexibles y respetuosos con las ideas de los demás, aunque no las comparta, sabiendo mantener las suyas
Proponerle y sugerirle actividades que le permitan estar siempre ocupado durante su tiempo de ocio.