Dentro del proceso de maduración, el adolescente debe tomar conciencia y asumir que cada derecho conlleva un deber. La asunción de responsabilidad y de las consecuencias, positivas o negativas, de nuestras decisiones se educan desde de la infancia pero cobra mayor importancia en esta etapa más cercana a la edad adulta.
Cuidar la forma de ofrecer y llevar a cabo las ayudas. Se deben evitar aquellos procedimientos que dejan en evidencia o en situación de inferioridad al otro. Conviene presentar la ayuda como colaboración y trabajar juntos para resolver mejor los problemas. No se trata de decidir o actuar por él, sino de ponerle en mejor situación para que lo realice por él mismo (haciéndole pensar sobre algunas cuestiones, dándole pistas o información y asesorándole en el método de trabajo).
La agresividad a esta edad (en forma de obstinación, terquedad, malos modales, etc.) no se resuelve con violencia y rigor. Es importante que los padres no se dejen conducir por el amor propio. No olvidemos que la raíz de estas dificultades no es la maldad, sino falta de madurez y la inseguridad, los padres deben hacer gala de la serenidad y el aplomo de los que el adolescente carece.
Suele ser útil, por ejemplo, ignorar en un primer momento ese comportamiento, no darse por aludido y esperar a que el chico se calme. Después convendrá mantener una conversación con él en un clima de serenidad, animándole a que analice fríamente su comportamiento y deduzca por sí mismo algunas consecuencias. De este modo, se fomentará además el conocimiento de sí mismo y la autoexigencia.
- Ante el problema de alejamiento de los padres y el refugio en el grupo de amigos, es necesario que los primeros “encajen el golpe” con deportividad, sabiendo que aquel comportamiento es normal en estas edades y que está en la línea des desarrollo de la autonomía personal. Permitir que el hijo se aleje progresivamente de los padres es satisfacer una necesidad de su desarrollo a pesar de que sea una de las principales “cruces” de la paternidad.
- Naturalmente, tampoco se trata de renunciar a toda influencia ni de desentenderse del tema de las amistades de los hijos. Sobre la base de no colisionar con ellos en esta cuestión, los padres deben obtener información objetiva sobre esas amistades.
Una forma de hacer compatible las amistades del hijo adolescente con su integración en el ámbito familiar es que la casa esté desde el principio abierta a los amigos que tiene, además, la ventaja de poder conocer directamente quiénes y cómo son estos amigos.