Algunas recomendaciones generales a tener en cuenta:
En educación es más efectivo ‘premiar’ las cosas buenas que castigar las malas. Es más, cuando los castigos son muy frecuentes, hay niños que aprenden que portarse mal es la forma de recibir atención.
Evita las comparaciones. En ellas siempre una de las partes pierde y parece que en algunas familias, el que pierde suele ser el mismo (o así lo vive él).
Todas las personas tienen aspectos positivos. Intenta siempre buscar esos aspectos y díselos (no basta con darlo por supuesto). En la infancia se sientan las bases de la autoestima con la que el niño se enfrentará al mundo.
Los niños aprenden lo que viven más que lo que escuchan. Predica con el ejemplo, si no quieres que el niño discuta a gritos no le enseñes que esa es la forma de afrontar los conflictos.
Escucha. Puede que los problemas que te cuenta no parezcan importantes comparados con tus ‘preocupaciones adultas’ pero para él quizás sean los más importantes que ha tenido en su vida.

Nadie es perfecto. No te exijas la perfección y no se la exijas a él. El camino de la vida requiere a menudo equivocarse, asumir el error, reconocerlo (ante uno mismo y ante los demás) y buscar una solución. El ejemplo, la guía y el ánimo en ese proceso puede ser un aprendizaje mucho más útil y más realista que la ‘utópica’ exigencia de tener que ser perfecto.
Cuidado con el verbo ‘ser’. No es lo mismo ‘eres tonto’ que ‘no hagas tonterías’. Descalificaciones como ‘eres un vago’, ‘eres malo’, ‘eres un desastre’ se convierten a veces en profecías autocumplidas porque, en muchas ocasiones, los niños asumen esas descripciones y las incorporan a su autodefinición personal.
No hagas por él lo que puede hacer solo. Al afrontar pequeños retos (coherentes con su edad) irá adquiriendo bagaje para afrontar otros mayores. La sobreprotección puede generar miedos y sentimientos de indefensión porque el niño interpreta el mundo como un lugar peligroso que no está seguro de ser capaz de afrontar.
Soy consciente que, en muchos casos, lo dicho forma parte del ‘sentido común’ pero ¿cuántas veces nos hemos encontrado en la vida propia o de los demás que ese ‘sentido común’ quedó anulado por las prisas, los preocupaciones, los miedos, los deseos frustrados, la educación recibida, etc.? .
Las consultas de psicología están llenas de personas dolidas por vivencias de la infancia, porque es en este periodo cuando aprendemos a ser queridos, querernos y querer (o no), a ser aceptados y aceptar a los otros (o no). Además, lo aprendemos sin el filtro crítico del adulto y lo incorporamos al fondo de nuestro ser sin apenas darnos cuenta.
Vamos construyendo nuestro mundo y quiénes somos con nuestras vivencias y relaciones con los demás. En una sociedad que tiende a valorar sobre todo la formación académica e intelectual, no olvidemos que lo emocional es lo que nos empuja a caminar hacia delante, a levantarnos cuando caemos, lo que duele y lo que, de verdad, nos lleva a la felicidad.
Hagamos lo que esté en nuestra mano para que nuestros niños y jóvenes crezcan queridos, fuertes, capaces, seguros de sí mismos, comprensivos, empáticos y felices. Solo así ayudaremos a forjar un futuro mejor.
EDUCAR ES UN ARTE DELPHOS.
Yolanda García Jarque. Psicólogo Col. Nº M-07075