Ella me ha encargado que os cuente cómo vamos progresando día a día y que os presente nuestras necesidades en cada momento.
Los dos necesitaremos siempre vuestra ayuda.
Carlota y yo, de momento, estamos de acuerdo. También lo están todos los niños y niñas que acaban de nacer. Yo tomo ahora la palabra, en nombre de todos los niños y niñas que necesitan el apoyo de sus padres al igual que Carlota y yo.
- Recordad que empezáis a educarme desde el primer día que me tenéis en brazos.
- No intentéis acelerar mi proceso de desarrollo, sólo ayudadme a desarrollar mis capacidades estimulándome adecuadamente. Los excesos, pueden llegar a ser contraproducentes.
- Dejadme la libertad necesaria para que vaya consiguiendo poco a poco mi autonomía, pero servidme de guía poniéndome estímulos que sean positivos para mí.
- Dadme muchas oportunidades para experimentar por mí mismo, aunque vosotros ya sepáis los efectos, y permaneced siempre a mi lado para ayudarme a aprender a elegir, para disfrutar conmigo de mis logros o para ayudarme a levantarme: ¡y consoladme cuando me caiga!
- Me encanta estar con la gente que conozco y, sobre todo, con vosotros que sois mis padres. Necesito que me ayudéis en muchas de las cosas y prefiero hacerlas con vosotros a que lo hagáis por mí. No me neguéis ese privilegio.
- No todos somos iguales así que no caigáis en la tentación de compararme con otros niños, con mis hermanos, o con vosotros mismos. Cada cual tiene sus características individuales que le diferencian de los demás.
- No me deis todo lo que os pida: en muchas ocasiones no me gustarán vuestras negativas, pero cuando crezca lo comprenderé y os estaré agradecido.
- Necesito que me escuchéis, aunque a veces esté equivocado. De este modo sentiré que os importo y que me respetáis y aprenderé a hacer lo mismo con los demás.
No intentéis hacer de mí un niño prodigio,
dadme amor
y tendré un desarrollo pleno y feliz.
Alfonso y Carlota