La diversión se debe fomentar y educar en la familia desde que los hijos son pequeños.
Hay que agudizar el ingenio y el humor para que los hijos aprendan a reír y a disfrutar con juegos y actividades lúdicas sanas en las que siempre que sea posible participe toda la familia.
Así además de el placer que esto supone, evitaremos el aburrimiento que suele ser causa de desencanto y lograremos hijos contentos y desenfadados que aprenderán a encontrar la verdadera diversión y a distinguirla de todo intento de manipulación de su tiempo y de su dinero.