No critiquéis, no censuréis, no os quejéis, no etiquetéis.
Despertad en ellos deseos de viveza de ánimo positivo.
Aprended a escucharles y animadles para que sean buenos oyentes.
Hablad de lo que les interesa.
Haced que se sientan importantes.
Evitad las discusiones.
Respetad sus opiniones para no herir sus sentimientos.
Admitid vuestras equivocaciones y reconocedlas ante ellos.
Mostrad simpatía por las ideas y deseos de vuestros hijos.
Preparadles para que puedan elegir libremente. Enseñadles a pensar y a decidir por sí mismos.
Enseñadle las obligaciones con vuestro ejemplo: aceptarán mejor los mandatos.
No les exijáis cosas imposibles. No le mandéis callar si con ello no hacen nada malo, o no les pidáis que se estén quietos pues esta edad es todo movimiento.
No les prometáis cosas que no podáis cumplir, ni castigos que luego no llevéis a cabo.
No empleéis la autoridad de modo repetitivo, pero usadla cuando sea necesario.
La falta de acuerdo entre padre y madre es causa de muchos fracasos.
Fomentad todos los aspectos positivos que tenga. Estos serán los que formen su carácter y su personalidad. A esta edad son especialmente sensibles a los comentarios negativos que de ellos se hacen.
Procurad que no se refugien en ningún rincón de evasión.